El anuncio de un nuevo impuesto a las autovías, una iniciativa que ya se ha barajado en otros momentos de nuestra historia reciente, parece que puede tener consecuencias, así que toca analizar qué traería consigo.
Por lo que sabemos, se trataría de un impuesto de carácter simbólico dirigido específicamente a sufragar el mantenimiento de nuestras carreteras, algo que por lo demás ya existe en muchos países de nuestro entorno, aunque con distintas lógicas (mediante un pago anual, por kilómetro recorrido, mediante viñeta…). Y aunque el argumento para su implementación es conocido (puede parecer lógico que se pague por la utilización de infraestructuras), lo cierto es que ya existen tres tipos de impuestos diferentes que son abonados exclusivamente por los propietarios de coches u otros vehículos de motor.
Ya existen tres tipos de impuestos diferentes que son abonados exclusivamente por los propietarios de coches u otros vehículos de motor.
Nos referimos, por supuesto, al Impuesto de Hidrocarburos, al Impuesto de Matriculación y el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (conocido como IVTM), a los que habría que añadir, no lo olvidemos, el IVA a la compra de un vehículo nuevo.
De hecho, lo curioso es que estos tres impuestos se han justificado históricamente como necesarios, precisamente para sufragar o cubrir los costes adicionales generados por su utilización, entre ellos el desgaste de las infraestructuras por el uso, sin importar qué administración lo recaude (el Estado se encarga del IVA sobre el coche nuevo y sobre el 50% del coste del carburante, las Comunidades Autónomas del Impuesto de Matriculación y los ayuntamientos del IVTM, que varía dependiendo de la potencia del vehículo en cuestión).
Pero hay, además, algunos problemas que ni siquiera se han abordado al anunciar este nuevo impuesto por el uso de las autovías. Por ejemplo, si el cobro se hace por kilómetro recorrido, ¿acaso no será imprescindible la puesta en marcha de una gigantesca red de cámaras que cubra todas las autovías españolas, además de un equipo informático que pueda analizar y gestionar la ingente cantidad de datos que generará el tráfico cada día? ¿Cómo y quién abordaría esos costes?
Si el cobro se hace por kilómetro, ¿no será imprescindible una gigantesca red de cámaras cubriendo todas las autovías españolas?
Lo que sí sabemos es cuánto nos costaría recorrer la península. Por lo visto, circular por nuestras carreteras costaría a los usuarios entre 3 y 15 céntimos por cada kilómetro, un ratio que se ajustaría en función del nivel de emisiones contaminantes de nuestro vehículo, lo que supondría que viajar de Bilbao a Cádiz supondría pagar de nuestro bolsillo entre 30 y 146 €. ¿Alguien da más?