Al margen del modelo que tengas, en todos los coches hay piezas que se desgastan más que otras con el tiempo, el uso y también por el abuso. Te hablamos de algunas de ellas.

El turbo

Utilizado hasta la saciedad en los años 80 del s. XX, cuando casi todos los coches, grandes y pequeños, tenían una versión turbo (¿recuerdan el Renault 18 Turbo?), llegó a convertirse en una especie de garantía de calidad. Si querías un vehículo con prestaciones deportivas, ahí estaba el turbo. ¿El problema? Su fin era correr (o mejor: acelerar), pero no estaban hechos para durar, es decir, el problema de los turbos estaba en su poca fiabilidad. Hubo, por supuesto, otra versión más razonable en cuestión de cilindrada y potencia, los llamados turbo-diésel, que asomaron allá por los 90 y que además ofrecían un consumo muy interesante y una duración muy buena. Recuerden por ejemplo el casi mítico Mercedes 250DT, que todavía se ve por nuestras carreteras. La mayoría de las averías proceden de fallos en la lubricación, ya sea porque empleamos un aceite de mala calidad o porque fallamos en la cantidad que debemos aplicar. Ahora mismo, las marcas de coches hablan de una duración estimada del turbo de alrededor de 250.000 km, pero la realidad nos dice que es una pieza muy pero que muy delicada, y no precisamente barata si hay que reemplazarla. Así que: cuidado con los turbos.

La válvula ERG

Su nombre es Exhaust Gas Recirculation, y es en realidad un sistema de recirculación de los gases que expulsa tu vehículo a través del tubo de escape, instalado para controlar y registrar los niveles de óxido de nitrógeno. Localizarla no es difícil: la encontrarás justo entre el escape y el colector de admisión, redirigiendo por el colector una parte de los gases hacia la cámara de combustión, donde se vuelven a quemar. ¿El resultado? Desciende la temperatura de combustión y disminuyen las emisiones. El problema está en las altísimas temperaturas que soporta la ERG, pero también en la suciedad que va acumulando (fundamentalmente hollín y carbonilla), además de algunos problemas adicionales, como los residuos de aceite procedentes del desgaste del cojinete o los problemas del sistema de purga del cigüeñal. Se trata, en definitiva, de una de las reparaciones o cambios más costosos para tu coche.

La inyección

En realidad, deberíamos hablar de los inyectores, pues son estas piezas las que más fallan. Su función es suministrar al motor la cantidad exacta de combustible que precisa en cada momento, por lo que se activan muchas, muchísimas veces (millones, en realidad). Se dice que más o menos el 14% de las averías más complejas y caras de un vehículo a motor están relacionadas con sus inyectores. ¿Las causas? El puro desgaste, emplear combustible de mala calidad o, en general, un mal mantenimiento del vehículo. La recomendación de los expertos para evitar en lo posible que el sistema de inyección falle es el cambio del filtro de combustible cada 30.000 Km.