A pesar de lo que se dice habitualmente, y sabiendo que todos tenemos mucha responsabilidad en el estado de nuestro vehículo, también está bien que se diga: no todo es culpa nuestra o del estado de nuestro coche. A veces, son las carreteras las que hacen que tengamos que ir al taller…
Aunque influyen, no siempre nuestra manera de conducir o de mantener nuestro vehículo es la responsable de las averías. El mal estado de las carreteras, es el causante de un buen número de problemas y de averías y, de hecho, la Asociación Española de la Carretera (AEC) afirma que uno de cada trece kilómetros de la red de carreteras española tiene deterioros graves o al menos relevantes en más del 50% de su superficie. Si lo piensan, se trata de cifras astronómicas, e indican que nuestras carreteras están llenas, repletas de roderas, baches, grietas, agujeros… ¿Cómo no van a afectar a la salud de nuestro vehículo?
El mal estado del asfalto puede provocar averías en el sistema de suspensión, uno de los elementos claves del vehículo al actuar como punto intermedio entre la carrocería y los neumáticos. De hecho, su principal fin es conseguir una conducción más cómoda, pero sobre todo más segura. Y sabemos que un número excesivo de botes o saltos dañará inevitablemente nuestros amortiguadores.
Los neumáticos son también un punto caliente del vehículo, pues se trata de la única pieza o elemento que está permanentemente en contacto con el asfalto. Y si esté no está en la mejor de las condiciones… Aumenta entonces las probabilidades de pinchar, o de sufrir un reventón.
También debemos hablar de la dirección, cuyo deterioro puede llevar, entre otros problemas, a la pérdida de la alineación de nuestras ruedas, lo que desgastará los neumáticos y acabará por ponernos en riesgo de accidente.