En España, por cada coche nuevo, recién salido del concesionario, se venden dos vehículos de segunda mano, y es que el mercado de coches usados puede ser una excelente opción si queremos ahorrar un poco (o mucho) o si cambiamos de coche muy a menudo. Pero también hay riesgos en este tipo de compras, y no viene de más ser precavidos y seguir unos breves consejos para que todo salga bien. ¿El truco principal? Ser pacientes, informarse, comparar precios y calidades y saber muy bien lo que uno quiere.
Pregúntate qué necesitas (y no te autoengañes)
Todos queremos un cochazo, claro, y cuanto más lujoso, rápido y bonito mejor, pero una cosa es darse un capricho y otra hacer una buena compra. Lo que te recomendamos es que te preguntes qué necesitas realmente, y para ello hay una serie de preguntas adicionales que tendrás que hacerte:
¿Te preocupa el consumo del vehículo? ¿Cuántos kilómetros haces diariamente por carretera? ¿Muchos? ¿Pocos? ¿Tienes hijos o necesitas llevar pasajeros a menudo? ¿Sueles transportar mu8chas cosas contigo? ¿Vives en el campo o atraviesas terreno rural con asiduidad? Son solo algunos ejemplos, pero seguro que has pillado la idea. Piensa qué tipo de vehículo precisas porque hay muchas opciones y quizá lo tuyo sea una berlina o a lo mejor necesitas un utilitario, un compacto, una furgoneta…
Y una vez que ya hayas aclarado esto, ya podrás dar el siguiente paso y empezar a pensar en marcas y modelos, para lo cual también hay preguntas importantes que hacerse: ¿Cuáan importante son para ti los elementos y sistemas de seguridad? ¿Prefieres los coches de gran potencia? ¿Qué importancia tendrá el tamaño y el confort en tu elección?
De manera resumida, podríamos decir que lo que hay que hacer para comprar un vehículo de segunda mano con todas las garantías es informarse sobre cómo se ha tratado al vehículo en cuestión. No olvides que nuestro parque móvil está envejecido, lo que también significa que la oferta de coches usados también lo está, y que también entra en juego la picaresca y habrá quien intente camuflar fallos, desperfectos o averías. En tu mano está que no te den gato por liebre, y por eso creemos útil que leas estos consejos:
Investigar es de sabios
Es posible que sepas mucho de coches, pero en cualquier caso deberías investigar a fondo sobre el modelo o modelos que estás barajando. Lee todo lo que puedas sobre los coches que se acercan más a las características ideales que hayas definido. No es necesario recordarlo, pero lo haremos: cuanto más informado estés, más complicado será que te den gato por liebre y te la cuelen.
Inspecciona el exterior del vehículo al detalle
Hay muchas cosas que mirar, así que tómatelo con calma. En la parte delantera, vigila el estado de los faros (por ejemplo, si uno de los faros tiene mejor aspecto que el otro es posible que sea nuevo, lo que puede significar que haya sido sustituido después de un golpe). Y no te olvides de inspeccionar bien la junta situada justo entre el techo y el parabrisas del coche, que debería estar totalmente recta y sin ninguna ondulación.
En los laterales, hay un elemento inevitable: las puertas. Comprueba que cierren correctamente, pues si no encajan del todo es probable que hayan pasado por alguna reparación (¿Un golpe, quizá?). Las bisagras son otro elemento importante, y debemos mirar si hay soldaduras recientes. En general, fíjate en si la pintura o los elementos exteriores están muy desgastados u oxidados o si la pintura cambia de tono, lo que puede indicar que ha pasado mucho tiempo en la calle, seguramente aparcado a la intemperie.
En la parte trasera del vehículo, es esencial que revises bien el maletero: levanta la moqueta y las gomas y comprueba la zona de la rueda de repuesto, donde no debería haber soldaduras. Tampoco conviene que haya nada repintado, pues seguramente signifique que el coche ha pasado en algún momento por el chapista. Y luego están los otros elementos externos, como alerones, luces o ruedas que no figuran en la ficha técnica del vehículo, o la bola de remolque. Más allá de que te venga bien o no que la lleve, recuerda que, de existir, probablemente el coche ha soportado bastante sobreesfuerzo, lo que puede afectar a los frenos, la suspensión y el motor, y resultar en una vida útil final más corta.