Con la llegada del invierno, las condiciones de la carretera cambian drásticamente, hasta le punto en el que conducir sobre nieve y hielo puede convertirse en un reto peligroso, incluso para los conductores más experimentados. Los peligros inherentes a las superficies resbaladizas requieren precauciones adicionales para garantizar la seguridad al volante. Por eso, te ofrecemos algunos consejos prácticos para que puedas enfrentarte a las inclemencias del tiempo con mayor confianza.
1. Equipa tu vehículo adecuadamente
Antes de lanzarte a un viaje invernal, sobre todo ahora que llega la Navidad y los desplazamientos en carretera son más habituales, asegúrate de que tu coche está listo para enfrentarse a las condiciones de la carretera. Recuerda, para ello, que la base de una conducción segura sobre nieve o hielo son los neumáticos. Si vives en una zona con inviernos rigurosos, lo ideal es tener neumáticos de invierno, diseñados con un compuesto de goma que se adapta mejor a las bajas temperaturas y con una banda de rodadura que proporciona mayor tracción en superficies deslizantes. Pero si no puedes o no deseas cambiar tus neumáticos por los de invierno, al menos asegúrate de que los actuales estén bien inflados y en buen estado. La presión correcta mejora el rendimiento y la seguridad, especialmente en condiciones de frío extremo.
2. Reduce la velocidad y mantén una distancia prudente
Uno de los errores más comunes al conducir sobre nieve o hielo es no ajustar la velocidad adecuadamente. La regla básica es: reduce la velocidad y aumenta la distancia entre vehículos. En condiciones de baja adherencia, es mucho más difícil detenerse o maniobrar con rapidez, por lo que dejar más espacio entre tu coche y el de delante te dará más tiempo para reaccionar en caso de emergencia. Recuerda, asimismo, que en condiciones extremas incluso la velocidad máxima permitida podría ser demasiado alta. Conduce con precaución, especialmente en curvas y bajadas, donde el riesgo de deslizamiento es siempre mayor.
3. Evita maniobras bruscas
Cuando la carretera está cubierta de nieve o hielo, es crucial evitar movimientos repentinos o bruscos, tanto al acelerar como al frenar. Los giros rápidos, los cambios de carril repentinos o las aceleraciones abruptas pueden hacer que los neumáticos pierdan tracción y el vehículo derrape. Así que, si necesitas frenar, hazlo de manera suave y progresiva. Si tu coche tiene frenos ABS (sistema antibloqueo de frenos), no temas mantenerlos presionados con firmeza, ya que el sistema evitará que las ruedas se bloqueen y ayudará a mantener el control. Si tu coche no tiene ABS, frena con intervalos, alternando entre soltar y presionar el pedal para evitar el bloqueo de las ruedas.
4. Usa las marchas adecuadas
En condiciones de hielo y nieve, conducir en marchas más altas puede ayudar a mantener un control más suave del vehículo. Hacerlo, por el contrario, en marchas bajas puede provocar que las ruedas giren demasiado rápido, lo que aumenta el riesgo de deslizamiento. En lugar de usar el acelerador para controlar la velocidad, aprovecha la fuerza del motor para ralentizar el coche. Si tienes un vehículo con caja manual, mantén una marcha lo suficientemente alta para evitar el deslizamiento, pero sin perder el control. Para coches automáticos, asegúrate de utilizar el modo de conducción adecuado si tu vehículo tiene opciones para ello.
5. Prepara un kit de emergencia
Aunque tomes todas las precauciones posibles, nunca se sabe cuándo podrías quedarte atrapado en una tormenta o sufrir una avería en condiciones extremas. De hecho, tener un kit de emergencia básico puede marcar la diferencia. Este debe incluir una manta, agua, alimentos no perecederos, linterna, cables de arranque, una pala pequeña (para despejar nieve alrededor de las ruedas) y un teléfono móvil cargado. Además, es recomendable llevar cadenas para neumáticos si vas a viajar por zonas de nieve densa o montañosa, y asegurarte de saber cómo instalarlas correctamente.
6. Mantén una conducción anticipada
En invierno, la anticipación es clave. Estar siempre atento a los posibles cambios en la carretera, como placas de hielo o zonas con nieve compactada, puede ayudarte a reaccionar antes de que sea demasiado tarde. Observar el tráfico que te rodea y prever sus movimientos también puede evitar sorpresas, ya que otras personas pueden no estar conduciendo con la misma precaución que tú.
Conducir sobre hielo y nieve exige, en fin, una combinación de paciencia, preparación y prudencia. Equipar tu coche adecuadamente, ajustar tu conducción a las condiciones del camino y estar siempre alerta son las mejores formas de garantizar tu seguridad y la de los demás. Recuerda que el invierno no es un momento para competir en la carretera, sino para conducir de forma más consciente y responsable.