Ya sabemos que las revisiones periódicas para nuestros vehículos son, muchas veces, casi un trámite por el que pasamos metiendo prisa y como si de una cadena de montaje se tratara: cambio de aceite, si hay mala suerte, cambio de neumáticos, vistazo rápido a frenos y amortiguadores y a la carretera. ¿Pero qué pasa con el desgaste de muchas otras piezas que, si no se rompen o averían, pueden salirnos por un ojo de la cara?
Hablamos de cientos o miles de euros en reparaciones de piezas que, con un poquito de cuidado y mantenimiento, podeos hacer que estén en buen estado… ¡Y ahorrar mucho dinero en el proceso!
Nos referimos sobre todo a cinco elementos clave, apenas cinco elementos que deberíamos cuidar con mucho cariño y atención: embrague, frenos, refrigeración, motor… y las prisas, las malditas prisas.
Quita el pie del embrague…
So todavía tienes un coche con caja de cambios manual, sabes de qué te hablamos, pues este suele sufrir bastante desgaste por un mal hábito que muchos tenemos grabado a fuego, y que en realidad puede costarnos dinero: dejar el pie sobre el embrague. Así que ya sabes: ¡reposa el pie en el espacio destinado para ello y cuida tu cartera!
Ojo con la refrigeración
La temperatura del motor se regula desde el llamado circuito de refrigeración. A veces, simplemente por no estar bien informados, hay quien llega a verter agua, una práctica altamente peligrosa, pues puede provocar la oxidación de algunos de sus componentes. ¿La solución? Emplear los anticongelantes que recomiende el fabricante, y hacer una limpieza periódica del circuito más o menos cada 60.000 km.
Motor sucio: motor averiado
Es inevitable que los circuitos de lubricación de nuestro motor se llene poco a poco de impurezas que pueden hacer que el motor se gripe. Por eso es esencial que empleemos aceites lubricantes, pues también ayudan a que se deshagan dichas impurezas, haciendo que el rendimiento del motor sea óptimo y alargando la vida útil del mismo.
Los frenos: porque no todo son los discos o las pastillas
Cuidado con el líquido de frenos, del que muchas veces nos olvidamos en las revisiones, cuando puede ser el responsable de que se genere óxido, algo muy peligroso que puede llevarnos a sufrir accidentes. El consejo es revisarlo y cambiarlo tras 2 años desde el último cambio, o después de 60,000 km.
Las prisas, las malditas prisas
Si arrancas con prisa, es casi seguro que estés forzando las piezas que se encargan del arranque y el apagado de tu motor. La recomendación es sencilla: espera apenas un minuto antes de iniciar tu marcha, y deja que el aceite llegue a todas partes lubrique el motor óptimamente.