La nieve, el hielo, el frío… Nuestros inevitables compañeros invernales no se llevan del todo bien con nuestros vehículos. Por eso, te recomendamos que en invierno mantengas el coche a punto y le des un repaso al mantenimiento.
Las bajas temperaturas, las precipitaciones y el hielo son los clásicos de la conducción invernal, y un acicate para mantener nuestro vehículo en buen estado para evitar sustos y gastos que se nos vayan de las manos. Hay, por supuesto, elementos que precisan de un mantenimiento especial en esta época del año, como las escobillas de los limpiaparabrisas o los neumáticos, ambos elementos especialmente sensibles a las bajas temperaturas.
Hay pequeños consejos que resultan básicos, pero que no viene mal recordar, como aparcar el coche a cubierto en horario nocturno siempre que sea posible, para evitar las indeseables consecuencias de las heladas, enemigas declaradas de la pintura y la carrocería de nuestro vehículo, pero también de la batería, uno de los más habituales quebraderos de cabeza cuando el termómetro se acerca peligrosamente a los cero grados. En cualquier caso, si no podéis evitar exponer vuestro coche a las heladas nocturnas y os veis obligados a luchar con la escarcha que se acumula en el parabrisas, recordad recurrir a un rascador y nunca, nunca, verter agua caliente sobre la luna: los cambios bruscos de temperatura puede terminar dándote un disgusto mayúsculo en forma de raja en el cristal.
Como ya adelantamos, uno de los puntos sensibles son los neumáticos, siempre los neumáticos. Y aunque hay que revisarlos en todas las épocas del año, en invierno es aún más necesario prestar atención al estado de nuestros neumáticos, pues serán quienes se enfrenten de continuo con la lluvia, el hielo y la nieve de las carreteras por las que circulemos. No es conveniente llevarlos desgastados o circular con baja presión, y si vamos a estar en zonas donde la nieve es habitual y donde el termómetro se mantenga estable por debajo de los cero grado centígrados, no lo olvides: monta en tu coche neumáticos de invierno.
Y aunque parezca paradójico, otro elemento que hemos de vigilar cuidadosamente es el líquido anticongelante, es decir, el encargado de proteger a nuestro motor frente a las temperaturas invernales. El sentido común, y los especialistas nos recomiendan cambiarlo periódicamente, idealmente cada dos o tres años, pero hemos de estar atentos por si aparecen depósitos salinos o incluso de barro. En ese caso, acudid de inmediato a vuestro taller de confianza.
Tampoco debéis de olvidar revisar el alumbrado del coche, que estará expuesto a una mayor intensidad de uso por la menor cantidad de horas de luz. El objetivo es claro: ver, pero también ser vistos. Y no olvides que es recomendable circular también durante el día con las luces de posición activadas.
Y por último, dos consejos que quizá resulten obvios, pero no se pierde nada por recordarlos brevemente: en primer lugar, revisa tu sistema de frenado y, finalmente, revisa tu botiquín y asegúrate de que lleva todo lo necesario, pues nunca se sabe lo que puede pasar cuando estamos en ruta. ¿Y qué debe llevar un botiquín? Pues al menos los siguientes elementos: tijeras, pinzas, imperdibles, gasas esterilizadas, guantes de vinilo, vendas elásticas, esparadrapo, alcohol o agua oxigenada, algodón y apósitos.