Aunque no lo creas, los cementerios de vehículos ya son historia, y todo gracias a la legislación europea, en concreto la directiva 2000/53/CE, que obliga (y hace muy bien, todo sea dicho), a que al menos el 85% del peso de un vehículo se trate y recupere para su reciclaje, reutilización u otras formas de valorización, un proceso que implica la combustión de residuos para aprovechar la energía que se obtiene de dicho proceso para producir vapor o electricidad.
Por ejemplo, ¿sabíais que los neumáticos jubilados por inservibles se emplean para crear césped artificial o pistas deportivas? ¿O incluso para hacer chanclas para ir a la piscina? Y hay muchos más ejemplos sorprendentes: la chapa se reutiliza en forma de vigas que se emplean en la construcción de edificios o mobiliario de diseño; el cristal de las lunas de los coches acaba convertido en papel de lija y las baterías se convierten en acumuladores de energías renovables. Por supuesto, no es magia, sino el resultado de procesos creativos e industriales de gran complejidad, aunque también hay ejemplos más comunes, como emplear los neumáticos como maceteros o columpios,
Pero hay más buenas noticias: nuestro país no sólo se ha puesto las pilas, sino que encabeza las estadísticas europeas de reciclaje y reutilización de vehículos, lo que implica un importantísimo ahorro en materias primas y, por supuesto, una reducción muy significativa del impacto medioambiental que supone la fabricación de nuevos componentes pues, como bien sabéis, muchas de esas piezas se revenden, siempre que cumplan los estándares de calidad exigibles, en los centros autorizados.
¿Y qué hacemos en los centros autorizados de tratamiento o CAT?
Primero damos de baja el coche, una vez comprobado que todo está en orden y que el vehículo y sus piezas cumplen con la legalidad vigente. Es entonces cuando comienza el verdadero proceso de reciclado, pues los vehículos deben descontaminarse, retirando todos y cada uno de los líquidos y residuos con potencial contaminante (como el anticongelante, los aceites hidráulicos o los propios filtros), mientras se seleccionan y separan aquellos materiales que sí son reutilizables (lunas, chapa, neumáticos, etc.). En el caso de las baterías de los vehículos convencionales (no eléctricos), extraemos y separamos el plomo y el plástico, materiales que suelen acabar formando parte de nuevas baterías. En el caso de las eléctricas, el proceso es mucho más difícil, pues su vida útil es escasa (unos 5 años de media) y son uno de los componentes que aún encarecen el precio de los coches eléctricos.
Y así operamos con casi todas las piezas, un proceso que os iremos detallando en futuras entradas, para que conozcáis mejor cómo trabajamos en Desguaces la Torre y en otros CAT.